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¿Y si el Espíritu Santo te da un regalo?

No se si te ha pasado… Hay momentos de tanta desesperación, por uno u otro motivo de peso, que es imposible trascender ese estado y poder ver con claridad. Cuanto más se piensa más pensamientos impacientes llegan y si utilizas, tal vez, el método de escribir para desahogarte, te encontrarás con el pulso pesado, la quijada rígida y el dolor en forma de nudo en el pecho, casi podrías romper las hojas.

desesperanzaEn medio de la confusión, no hay solución; no duermes, no hay canción, película, amigo, que te alivie y abrazas con tanta amargura el mundo dual y separado, que ni Dios existe; asimismo, si vas al psicólogo o al psiquiatra tratarán de ayudarte con alguna terapia, algunas funcionan, o con medicamentos que te tranquilicen.

Y ahí está la clave, no en la pastilla, sino en el gesto de tranquilizar, serenar, aquietar, lograr la paz y a larga no es tan complicado, sólo hay que tomar la iniciativa y darse la oportunidad de seguir este sencillo proceso que se resume en:

Primero: Respirar profundo, no importa si los ojos están cerrados o abiertos, si estas acostado o de pie, si estas en la oficina, en el colegio, en la casa, sólo respira profundo, dale oxígeno a tu cuerpo y a tu cabeza.

Enseguida entiende que no sabes nada, no sabes qué hacer, qué decir, cómo solucionar, nada. Así que tienes una maravillosa alternativa, ofrecerle al Espíritu Santo todos los pensamientos que originaron esa circunstancia, entrégaselos, quítate el peso de encima, es como desprenderte del ancla y seguir como pez en el agua.

abrir ventanaSegundo: Finalmente, si tienes una ventana, úsala, será tu mejor aliada. Asómate y mira a través de ella, porque lo que hay fuera será tu regalo. Observa, sin pensar, sin juzgar, solo se consciente de lo que hay, del movimiento del árbol, del paso de los autos o  de la gente, de la nube en el cielo, del gato que se desliza, del niño que juega, de la ventana del vecino, del vuelo del gran avión, de lo que haya, y déjate llevar. Sólo observa un rato largo, aunque vivas en un rascacielos o en una habitación en un primer piso, y al final dime qué pasa, porque siempre sucede algo, la luz se enciende de múltiples maneras.

Cuando lo das todo, recibes las respuestas. En la quietud y en el desprendimiento, en la mirada limpia y vigilante, en la energía que se disipa en el universo está la señal y sabrás que es la esperada porque la paz llenará tu corazón y no tendrás miedo.

Ahora duerme un rato, medita o camina y agradece.

Lapuente Sugiere
Con este post iniciamos la colaboración con Lapuente Sugiere, un blog divulgativo sobre Un Curso De Milagros y Nueva Conciencia (Podéis visitarlo haciendo clic en la imagen).

Aprovechamos para darle una calurosa bienvenida y desear que todos disfrutéis de sus textos.

 

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