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¿Quejarse o pedir ayuda?

La queja es un hábito conductual, un comportamiento que se utiliza como estrategia para lograr algo. La queja en sí, es una visión teñida de neurosis, es decir un enfoque negativo de las cosas, pero también es un acto egoísta y que da placer, ya que al quejarse se obtiene la escucha de los otros, pequeños momentos de protagonismo que alimentan el ego. Con poco esfuerzo, solo hablando y hablando, se logra un placer quejamomentáneo, mal llamado a veces desahogo (yo lo llamaría ‘estado de ánimo negativamente cómodo’).

Pedir ayuda, la otra cara de la moneda, es tener humildad para aceptar que hay un problema, y que dejando ego y orgullo de lado, hay intención de cambio, de mejora, y de hacer algo objetivo y concreto para solucionar un aspecto de la vida y evitar caer en la cobardía de la queja. Es mucho más frecuente oír a la gente quejarse que oírla pidiendo ayuda.

Lo esencial aquí es el cambio. Si no se cambia no hay soluciones. Quien se sienta que tiene mala suerte, que todo le pasa injustamente, y que ese mismo azar le va a solucionar los problemas, pues va un poco mal orientado. El azar por si sólo rara vez ayuda justo donde precisamente lo necesitamos. Sino sería fácil ir al casino, o jugar a la lotería. La ayuda en donde exactamente necesitamos se obtiene con un cambio, con acciones concretas, con esfuerzo, y haciendo algo real para mejorar.
Por ejemplo cuando escuchamos a alguien que se queja porque está solo-a, que tal o cual no la llama por teléfono ¿y el quejoso-a, ha llamado alguna vez? ¿Hizo algo por la otra persona?, u otros casos como la queja por la situación laboral ¿y el quejoso-a, ha estudiado o se ha capacitado para diferenciarse y mejorar? ¿Es saludable creerse merecedor de más solo por desearlo, sin haber hecho algún esfuerzo previo?

pedir-ayudaCuando hablo de pedir ayuda, debe ser ayuda de calidad. Un buen amigo que realmente tenga las cosas claras, o un psicólogo, que para eso nos hemos formado. Si estamos con una enfermedad clínica y 39º de fiebre, no vamos a tomar un café con un familiar  para contarlo, ni ponemos en Facebook una frase alusiva a nuestra desdicha. Vamos a un hospital y buscamos solución. Con las emociones debería ser igual, buscar ayuda profesional. La mayoría de las veces el quejoso-a sólo obtiene la escucha y que le den la razón, porque la gente es así, y para salir del paso dice cosas bonitas coherentes con la queja, que es justamente lo que don o doña queja espera oír, y así continuar con ese placer efímero del tener la razón en su desdicha. Y eso no es ayuda. La queja afecta al cerebro limitando el proceso de generación y absorción de noradrenalina, un neurotransmisor que interviene en la energía del cuerpo, y puede afectar también la normal absorción de la glucosa en nuestro sistema nervioso central, lo que afecta los procesos de la voluntad, tanto su aparición como su mantenimiento.

Hacer más, y quejarse menos, que la vida pasa muy rápido y las soluciones lentas o tardías, a veces ya no sirven.
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