Los efectos del pensamiento – Un caso real
La protagonista de este post ha contactado con nuestra redacción para contar su historia, prácticamente es la carta original recibida, se han hecho muy pocas correcciones al texto, es una experiencia personal pero consideramos que puede ayudar a muchos, ¿acaso no estamos todos unidos?
Cuando conocí a mi marido supe que él no había llegado a mi vida por casualidad, los que estamos en el camino del despertar sabemos que «las casualidades no existen” y resulta que era prácticamente el doble de mi primera pareja. Está de más decir que estoy hablando de muchos años atrás. Ambos cumplían los años con un día de diferencia, la profesión era casi la misma, con características humanas similares y la misma situación laboral. Cuando vi todo eso, mi primera reacción fue correr para el otro lado.
Mi parte racional me decía, «No cometas el mismo error, otra vez la misma historia no!, aléjate», pero por otro lado el corazón se iba comprometiendo cada vez más, fue una situación muy compleja internamente, un debate constante entre lo que el corazón quería y lo que la mente me decía.
Ya sabéis qué ha primado, ¿no?, sin duda sabía que algo tenía que resolver. Tuve la suerte de que él fuese una persona muy espiritual y con mucha paciencia, esos seres de luz que aparecen para hacerte más fuerte y acompañarte en el camino del aprendizaje, de la sanación y del amor.
Al cabo de un tiempo me quedo embarazada, el hecho nos sorprendió, sentía que no era el momento adecuado para que llegase un niño, mil pensamientos, excusas y peros pasaron por mi cabeza, emocionalmente estaba desestabilizada… lo que llevó a que el embarazo se detuviera por si solo, de forma natural, al cabo de dos meses.
Una vez más podemos confirmar que los pensamientos gobiernan nuestro cuerpo, creamos lo que pensamos o no.
A raíz de ello empecé a darme cuenta que realmente estaba repitiendo la misma historia que con mi primera pareja, en su momento también paso lo mismo, la interrupción no había sido natural sino provocada, pero los motivos inconscientes eran iguales, miedo a perder mi libertad, atarme definitivamente a una persona, no poder ser independiente…
Un tiempo después de que pasara todo esto, sentimos que queríamos tener un niño, esta vez con total convicción, pero lo que nunca creí es que los intentos no darían resultados, como imaginareis, después de un tiempo de intentos fallidos la medicina tradicional comienza a sugerir tratamientos de fertilidad.
Sabía que todo eso lo estaba provocando yo, era un boqueo inconsciente que no permitía que la naturaleza siguiera su curso normal.
Había que empezar a sanar cosas antiguas. Para ello recurrí a la bioneuroemoeción, árbol genealógico, resentir, programas inconscientes del vientre materno, etc. He realizado un par de cursos en la materia, así que sabía cómo trabajarlo, aunque aclaro que ser autodidacta no siempre da resultado si son cuestiones inconscientes complejas, en esos casos es conveniente recurrir a un profesional para que os ayude.
Decidí hacer el duelo por el aborto que había provocado en mi primera relación, yo creía que eso estaba absolutamente superado porque no era un tema que me afectara especialmente, pero como podréis ver, nada es lo que parece y eso, sumado a otras cuestiones que tenían que ver con mi madre y sus sentimientos en el momento de mi concepción/gestación.
Para hacer este duelo recurría al vídeo de Yolanda Jimenez.
En medio de este proceso, yo debía empezar un tratamiento hormonal que pospuse, algo en mi interior me decía que no tenía que hacer nada.
Al cabo de un mes y medio de haber hecho esta meditación, de responsabilizarme por las decisiones que había tomado en el pasado perdonando a mi antigua pareja y de cortar con los programas heredados… me quedé embarazada.
Como dice Carl Jung
A veces sólo se trata de coger la punta del hilo y empezar a tirar para desenredar el ovillo.
Gracias por leerme.
Podéis contactar a info@univergia.com si deseas contar alguna experiencia.

Crecer, vivir de forma sana y saludable, conectar con el Yo interior… es un camino que debemos hacer nosotros mismos, pero no estamos solos.