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Los celos: sufrimiento y desgaste

Los celos es una respuesta emocional compleja, que tiene como eje una emoción básica que es el miedo.  Es frecuente que quienes lo sientan sean sujetos con una personalidad de rasgos egoístas, dotados de baja autoestima, y con gran tendencia a comportamientos obsesivos y sobre-demandantes.

En principio los celos son sentidos por casi todos nosotros, pero se transforman en patológicos y dañinos cuando la intensidad y frecuencia de su aparición es desproporcionada, perjudicando tanto la relación de pareja, como aspectos de la vida cotidiana, el trabajo, o la familia.
Son producidos por una sensación de inseguridad, un miedo a perder a alguien con quien se tiene un apego excesivo, o ser engañado, hiriendo el ego de quien todo lo quiere controlar. Justificar que se tiene celos porque «se quiere mucho» a alguien es una tontería: por amor se hacen cosas positivas y constructivas, no los celos que son claramente destructivos.

celosLa explicación biológica de su complejidad radica en que se combinan varios procesos cerebrales. Por un lado hay un elemento ‘A’ que es la imaginación, que nace en el neocórtex, la parte del encéfalo más evolucionada que tenemos (involucra áreas del lóbulo frontal y el precúneo).  Por otro, un elemento ‘B’ que son los recuerdos emocionales, alojados en el sistema límbico (aéreas de amígdala, hipocampo, entre otros) una parte menos evolucionada de nuestra cabeza.  La parte ‘A’ –imaginación- es racional, y la usa un artista por ejemplo para fantasear y materializar una obra de arte. La parte ‘B’ –emociones- es irracional, es por donde cursa el enojo, la ira, el deseo, y todos los sentimientos & emociones.

Si en una relación de pareja hay desconfianza, y la parte B se mezcla con la A, la persona entra en un laberinto sin salida, donde la imaginación del celoso puede sospechar de tanta trampa, traición y engaño como su mente le permita, sintiendo como real aquello que imagina.

Los celos existen desde siempre parece, y la historia lo aborda ya en la mitología griega. Hera (diosa del matrimonio) y esposa de Zeus, hizo locuras por celos: regaló a Heracles, bebé hijo de Zeus una caja con serpientes (la madre era otra, por supuesto), y se negó a amamantarlo, prefirió que pasara hambre, orientó sus pechos hacia el cielo y tiró su leche en esa dirección (origen místico de la Vía Láctea). Los griegos ya sabían que los celos engendraban maldad y venganza.

Es una emoción confusa, ya que se además se relacionada con la envidia y la competitividad, pudiéndose sentir también celos hacia amigos o incluso entre hermanos.
En cualquier caso, el ser celoso permanentemente afecta la salud física, acelera los procesos de envejecimiento, y pueden perjudicar el funcionamiento del aparato cardiovascular.

Así que a relajarse, y dejar los celos para las telenovelas, es mejor contemplarlos en la ficción que sentirlos.

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