Desvelar el pasado para sanar el presente
Muchos ya hemos tomado conciencia que somos más que un cuerpo biológico, que venimos a este mundo portando una herencia genética y también psicológica, un laberinto desconocido velado a nuestra mente consciente pero que marcará muchos de los comportamientos futuros y de nuestro propio desarrollo como personas.
El contexto, la época, el país dónde nacemos ya nos están marcando o condicionando en nuestra visión, lo mismo ocurre con nuestras familias. Desde el momento de nuestra concepción somos objetos de las proyecciones de nuestros padres, existe un niño imaginario en sus mentes que se proyecta inconscientemente al niño por nacer, cada emoción cuenta y dejará un huella psicológica, no es lo mismos si el niño era querido o no, si se deseaba una niña o un niño, incluso hasta el físico o carácter que podremos imaginar tiene su influencia, algo que se hace con tanta naturalidad cuando se está embarazada, puede determinar el comportamiento o carácter del futuro bebé.
Cuando nacemos también cargamos con un sinfín de estigmas o etiquetas que nos van acorralando, somos definidos según nuestro sexo, nuestras características corporales, carácter, intelecto, roles dentro de nuestro propio árbol…
Al crecer nos vamos identificando con nuestros progenitores, son el referente más grande que se tiene, de hecho, se sabe que el niño en sus primeros años no distingue entre sus propias emociones y la de la madre. Es así como vamos conformando nuestro patrón de repeticiones.
Repetimos las opiniones, los comportamientos, las relaciones, las actuaciones de nuestra familia. En algunos casos se actúa de forma contraría que es lo que se denomina “contra-guión” . Pero reaccionar “a lo opuesto de” siempre es actuar “en función de”.
Para la mayoría de nosotros, en algunos campos de nuestra vida, estas repeticiones conllevan conflictos interiores. No hacemos lo que deseamos y no deseamos lo que hacemos. Se efectúa una separación entre nuestro consciente, que expresa ciertas aspiraciones y nuestro inconsciente, que traduce deseos desconocidos, oscuros, reprimidos.
Existe una herramienta que puede ayudarnos a desvelar toda esta maraña de emociones ocultas, es la psicogenealogía, me gusta mucho lo que ha escrito Alberto Arenales en un artículo:
La psicogenealogía nos ayuda a operar estas tomas de consciencia necesarias y liberadoras, a descubrir mejor con quienes nos hemos identificado, qué papel familiar hemos asumido sin haber tenido la intención de ello, y a veces obligados y forzados.
Explorar este laberinto, gracias a esta psicoterapia original, nos permite comprender lo que nos determina, nos influencia y constituye el tejido de nuestra vida: cañamazo de guiones genealógicos afectivos, sexuales, intelectuales, profesionales.
Se trata de aprender a usar bien la propia historia familiar. Si llegamos a reconstituir el puzzle que está formado en nosotros, desenmascaramos estas trampas familiares y conseguimos así poner fin a lo que algunos viven como una maldición, un destino infernal.
De esta forma llegamos a curar en nosotros las consecuencias de las neurosis que afectaron los miembros de nuestra familia. Entonces dejamos de ser una víctima para transformarnos en un ser libre para decidir su porvenir, para elegir…
Es un volver a nacer, es un trabajo alquímico, una mutación, podemos de aquí en adelante transformar este sufrimiento inicial en energía, perdonar y descubrir la alegría.
Aquí un vídeo muy bien explicado
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Crecer, vivir de forma sana y saludable, conectar con el Yo interior… es un camino que debemos hacer nosotros mismos, pero no estamos solos.