Casos de pareja: la faena de querer cambiar al otro
Emprender la tarea de querer cambiar al otro, en cualquier tipo de relación de pareja, es iniciar un proceso de enorme desgaste e incierto resultado final. Esto tiende a comenzar cuando pasaron los primeros meses de enamoramiento, o incluso más tarde, cuando han transcurrido un par de años de estar juntos.
En la fase de estar enamorados, cada cual muestra los mejores atributos, y disimula los puntos defectuosos. Igual que en una publicidad de la televisión, se exageran los beneficios de lo que se quiere vender, y se esconden las debilidades. Es en cierta forma, un engaño, pero permitido. Porque para colmo de males, durante la fase de enamoramiento el cerebro rebosa de neurotransmisores como la dopamina, serotonina y oxitocina, que nos dan esa agradable sensación de estupidez momentánea. En ese estado, se hace la vista gorda a casi cualquier cosa negativa que el o la elegida pueda tener. El proceso químico del cerebro hace que todo sea bonito, y generemos rápidamente un apego tan fuerte, que deseamos compartir la vida con el otro, para siempre.
Pasado el enamoramiento, cada uno vuelve a ser como era, y es cuando se transita por un período de ajuste y adaptación, que debería durar bastante tiempo, y convendría allí priorizar las cosas positivas del querer: la generosidad, la tolerancia, el ponerse en lugar del otro. Si no se dedica amor y tiempo a esta etapa, algo descarriada va la cosa, y es cuando suele aparecer poco a poco la intención de una parte por cambiar a la otra. Las investigaciones demuestran que suelen ser más las mujeres que buscan cambiar al otro, ya sea por asumir un rol maternal, o creerse con derecho a hacerlo, cosas que no se le habían solicitado o encomendado al inicio de la relación. Sumado a que los hombres en general no están interesados en cambiar, la relación entra en tensión, y la ilusión de cambiar al otro es vista como la solución a los problemas, cuando en realidad el empeñarse en cambiar al otro termina siendo la causa de muchos males.
La etapa de ajustes que antes mencioné, requiere de colaboración y esfuerzo, por ejemplo a renunciar y ceder a muchas creencias y comportamientos. Claro que esto no es fácil, es bien complejo y requiere un esfuerzo mental importante, para tener nuestro sistema nervioso bien encauzado. Si en esta fase, uno de los miembros es poco tolerante o autoritario, tal vez herencia de una crianza por parte de un padre o madre con estas mismas características, se debe hacer un stop en la relación y buscar diálogo y entendimiento
Empeñarse en cambiar al otro, cuando no puede cambiar uno mismo, suele ser una batalla perdida antes de empezar. Recordar siempre que todos somos libres, todos somos diferentes, y nadie es propiedad de nadie, ni se puede tener pareja al precio que sea.

Psicólogo – Psicoterapia humanista
«La Psicología Cognitiva ayuda a pulir nuestras creencias y controlar las emociones, para superar así las demandas de la vida actual»
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